¡Agua!
Después del invierno más seco desde que hay registros meteorológicos en España, o desde los años 40 del s. XX o desde el último invierno más seco todavía —la información meteorológica también debe competir por la atención del público y cada día se hace más espectacular—, visitamos el P.N. de las Tablas de Daimiel hace un par de semanas pensando que lo encontraríamos como en nuestra remota juventud —seco, seco, seco, que no somos tan viejos. Sin embargo, nos encontramos con la agradable sorpresa de encontrar casi tanta agua como la primavera pasada. De las 1700 Ha inundables, aproximadamente, 1350 Ha, un 80%, estaban cubiertas de agua a fecha de 20 de marzo de 2012.
La razón inmediata parece estar en las lluvias de los dos inviernos anteriores que han permitido que se recargue algo el acuífero 23. Desde el año 2000, además, el gobierno central ha estado comprando terrenos a los agricultores del entorno del parque y, según el diario Público, hasta enero de 2011 había rescatado derechos de agua equivalentes a 4,2 hectómetros cúbicos. No hay que perder de vista que aún no ha comenzado la temporada de riego, ni tampoco que el problema del desvío del agua para la agricultura esté probablemente más relacionado con los pozos ilegales que con los derechos de riego establecidos.
La laguna de Navaseca
En fin, que como antes de llegar las perspectivas eran pesimistas, iniciamos nuestro recorrido por la laguna de Navaseca, donde vierte la depuradora de Daimiel, que tiene agua todo el año y suele dar más satisfacciones que el propio parque.
A primera vista no nos pareció muy animada y los flamencos, que eran el reclamo principal para los menos apasionados por la ornitología, no se veían por ninguna parte. Sin embargo, con paciencia acabamos por ver muchas de las aves acuáticas más habituales: pato cuchara, (Anas clypeata) ánades reales (Anas platyrhynchos), malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), focha común (Fulica atra), gallineta común (Gallinula chloropus), cigüeñuela común (Himantopus himantopus), zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis), gaviota reidora (Larus ridibundus), aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) y también cuatro flamencos (Phoenicopterus roseus) inmóviles y encogidos para soportar el viento.
un ánsar rezagado
Durante el recorrido por las tablas, desde los observatorios del itinerario que va hasta la Torre de Prado Ancho (desde donde hicimos la panorámica que aparece al principio de esta entrada), añadimos a la lista el pato colorado (Netta rufina), la garceta común (Egretta garzetta) y, con cierta sorpresa, un ánsar común (Anser anser) que no se había enterado de que llega la primavera.